La broker de Bolsa y la pashmina

Ah, las pashminas, esa prenda de ropa tan suave y confortable, con ese toque de elegancia y distinción que ofrecen, y que pueden DESTROZARTE LA VIDA. De una manera muy sofisticada, eso sí.

Después de una entrada cargada de reflexiones muy profundas como fue la anterior, es el momento de despejar la mente contando una nueva cita desgraciada de mi historia, que eso siempre es muy relajante y muy zen.

Os encanta ver cómo el fracaso sentimental se cierne sobre mí y se instaura de manera definitiva en el devenir de mi existencia.

Que vamos, normal. A mí también me gusta ser inmune a todo tipo de sentimientos amorosos porque así no tengo que compartir mis bienes y mis posesiones materiales con nadie. Y como posesiones de calidad humana o cosas así no tengo, pues ya estaría.

Y además, me evito sufrir cualquier horrible desgracia de las que pasan en pareja, como puede ser encontrarme el bote de gel abierto en la ducha.

Pero, a pesar de todo, en un lugar muy profundo, oscuro y sórdido de mi… de mi… iba a decir de mi corazón, pero no tengo, así que digamos… en algún sitio recóndito y muy chungo de mí, se haya sepultada una micra de ¿amor? que lucha por sobrevivir a estar muerta por dentro. Es la Leónidas de los sentimientos, una superviviente.

Mi cerebro y yo, que somos colegas inseparables, pasamos de ella, menuda pesada. Pero mi coño a veces la llama a nuestras espaldas y tienen ahí un rollo muy raro.

BUENO. La cosa es que yo había conocido por una red social a una chica, y había quedado con ella unas cuatro-cinco veces. Una chica muy cuqui, muy mona, y era la típica que sueña con casas con jardín, niños, perros, un puto SUV de mierda donde subirlos a todos y una mujer a su lado que le prepare una taza de té, le de un besito en la frente y hablen acerca de construir un futuro juntas: VAMOS, PERFECTÍSIMA PARA MÍ.

IDEAL.

Ya, ya sé que estáis pensando que yo le hice creer en algún momento que eso sería así, ¿no? Que me puse en plan cuqui yo para comerle el coño, ¿no?  Pues os equivocáis, no fue «en algún momento», fue todo el tiempo.

Sí, pero bueno, que eso es otro tema, no nos desviemos. Que me parezca una aberración llevar un tipo de vida así no quita que pueda hacer creer a la gente en sus sueños.

Después de los días que habíamos quedado en unas semanas, la cosa estaba bien, a mí me cargaba un poco porque tenía un punto de lesbiana golden que me hacía bufarme como los gatos pero no sé, me ponía bastante. Quizás su cuquez y mi bestialidad hacían un buen equipo.

PERO claro, en realidad a mí la chica no me gustaba nada más que para follar, porque me parecía muy infantil, demasiado idealista, demasiado cuqui, demasiado correcta, demasiado meh. Que no.

Así que, como tampoco había cerrado ningún compromiso oficialmente, yo seguía mientras tanto hablando con otras chicas.

Y había una chica con la que tenía yo muy buen rollo pero nunca habíamos hablado de quedar, todo era gilipollear* por guasap.

*Nota: gilipollear = tocarnos salvajemente y mandarnos todo tipo de vídeos y fotos cerdas.

De nuestra vida hablábamos poco, más bien nos comunicábamos por gemidos y respiraciones impetuosas.

Un día, esta chica va en un AVE de vuelta hacia Madrid y me empieza a escribir cerdadas por guasap. Entramos en un bucle de cerdez máxima, y ella me dice que no puede más, que va a ir a tocarse al baño.

Me empieza a mandar unas 8 temporadas de 10 capítulos de vídeos tocándose en el baño del tren.

Mi medidor de perrismo estaba convirtiendo mi clítoris en un bate de béisbol, así que le dije que en cuanto llegara a Madrid que tirara para mi casa directamente, que ya le iba a tirar yo del pelo mientras mordía la almohada.

La tía me dice que sí. A todo esto, pregunta inocente por mi parte de «por qué zona vives» más que nada para saber cuánto tardaba y demás hasta mi casa.

Me dice la zona, y a ver… A VER, todos sabemos que en todas partes hay zonas y «zonas», ¿no? No es nada malo, pero coño, la realidad es que las zonas chonis existen. Que hay personas GENIALES en ellas, pero es zona choni. Vamos, a mí no me jodas.

La tía iba un poco  MUY en plan pijo, por las cosas que me decía o cómo planteaba algunos asuntos, así que no me cuadraba mucho su rollo supuestamente «sibarita» y de alta alcurnia con vivir AHÍ.

Pero bueno. Ya estamos con lo de siempre. Yastamos con mentiras y con apariencias. YASTAMOS.

Mi bate de béisbol se convirtió en un globo pinchado en un rincón después de una fiesta.

Yo le imploraba a mi coño que tomara el control y le diera una buena paliza a mi cerebro para que dejara de analizar la situación económica de esa zona y se centrara en esas CACHO DE TETAS.

Y más o menos así fue.

A ver, no la conozco de nada, no vamos a ponernos en plan tal, si total es follar. Además, tenía 25 años y ese rollo niñato para zorrear me hacía mucha gracia.

Llega la chica a mi casa, la tía estaba jodidamente buena la muy zorra pero claro, se veía eso, un ramalazo choni que tiraba para atrás.

En lugar de empotrarnos directamente y de manera salvaje contra las paredes nos dimos cuatro morreos guarros y me dice «joder vaya casa no??» con voz de Ylenia, y que si tengo una cerveza.

Y yo… madremía MADREMÍA QUE YASTAMOS CON QUERER HABLAR.

Total, que se sienta en mi sofá con la birra y yo le pregunté «qué tal el viaje» refiriéndome OBVIAMENTE al tema de pajearse en el baño del tren (por acelerar el proceso de apareamiento), y de repente empezó con un tema de inversiones que venía de hacer de nosedónde y se pone a darme un discurso sobre ECONOMÍA y sobre INVERSIONES EN BOLSA, pero así a tope sin dejarme ni hablar, cuando era MÁS QUE EVIDENTE que no tenía NI ZORRA de inversiones, ni de bolsas que no fueran las de 5 céntimos de Mercadona, ni de economía ni de nada, como mucho repetía lo que escuchaba en La Sexta, y no tenía ningún argumento para cualquier cosa que intentabas debatir. Como si se hubiera aprendido un discurso de memoria para ¿impresionar?. He escuchado discursos de Bob Esponja con mucho más sentido.

Yo la escuchaba con la ceja arqueada superando el máximo histórico del IBEX 35.

En mitad de todo esto, mientras asentía escuchando una cátedra absurda de una economista niñata choni, me llega un mensaje de la chica cuqui «que si podíamos quedar media hora más tarde»

SE ME HABÍA OLVIDADO QUE HABÍA QUEDADO CON ELLA. El riego sanguíneo había abandonado mi cerebro mientras veía esos vídeos de un coño viajando a 300km/h y se me había olvidado que iba a ir a cenar con la chica cuqui.

Amazing.

¿Qué podía hacer? Aún tenía tiempo de follarme a la broker de Bolsa y luego quedar con la otra chica como si yo viniera de una clase de yoga. Planazo sin fisuras.

Que también podía mandar a la broker flipada a tomar por culo y darle una oportunidad a la chica cuqui. O dármela yo a mí con ella, más bien. La micra de amor superviviente pegó C4 a los bloques de hormigón que la sepultaban en esa lóbrega zona y comenzó a gritar desesperadamente a favor de esta opción, momento en el que mi coño sacó un pañuelito con cloroformo y mi cerebro la amordazó.

«Hemos venido a jugar»

Le empiezo a meter mano a la broker.

La tía cuando estaba callada era muchísimo pero muchísimo mejor que hablando.

Esto pasa a menudo, lo sé, pero si te están dando una charla sobre inversiones en bolsa que además carece de ningún tipo de sentido ni tiene veracidad alguna, pues el silencio sienta mucho mejor.

Follar se le daba bastante mejor que hablar de economía inventada así que muy pendiente del reloj yo no estaba.

La chica cuqui ya me llama, no le cojo el teléfono, me escribe que por qué no voy a recogerla, que si no se va a ir con sus amigas.

A la hora de esto le contesto yo que me he liao y que por qué no se viene a cenar mi casa. Ella un poco mosca me dice que ya está con sus amigas por ahí.

Pos nada, hundimiento de la Bolsa. Desplome de una posible bonita relación. El Crack del 29 y la Gran Depresión.

Na, le dije que ok que iba yo con ellas.

Las amigas ya me miraban de lado y con los ojos entrecerrados, no confiaban en mí una mierda. Y eso que no llevábamos quedando ni dos meses.

Pero vamos, que normal.

La chica cuqui estaba distante al principio por haberla dejado tirada y llevar pasando de ella un par de días, pero al rato ya estaba bien conmigo y me dice que si nos vamos a mi casa a tomar la última.

Pos claro, lo que el somier aguante.

Nos ponemos una copa y estamos ahí súper bien liándonos en el sofá y de repente mueve unos cojines para ponerse encima de mí y hay una pashmina.

La pashmina que traía la PUTA BROKER.

Me dice «¿y esto?»

– «Pues nada, mío»

– «Tú usas esto??»

– «Sí…»

– «Ah pues nunca te he visto con eso puesto»

– «Ya…bueno…no me ha dado por usarlo mucho últimamente»

Total, que seguimos a lo nuestro, pero yo cuando miento se me nota MUCHO.

Está encima de mí, de repente para todo seria y coge la pashmina.

La huele.

(Entrando en recesión)

Y me dice «¿y también usas otra colonia?»

Y yo… «a ver, es que ayer vino una amiga de la univers…»

Y ella «joder, que sí, Jefa, que sí»

Se levanta to mosca.

Hablamos.

Me dice que le gustaría estar conmigo pero que también tengo que querer yo, que ella no está pa gilipolleces, que blablablabla y yo madremía, de la parte de «no quiero agobios ni presiones, todo poco a poco» no ha entendido nada la colega.

Me da un beso, me dice que mejor hablamos al día siguiente y se va.

Al día siguiente me habló, sí, para decirme que hastaluegomaricarmen.

Yo asentí, contestando a todo su tocho de 850Gb con «Ok.», y pensando en que la capitalización bursátil de mis sentimientos no estaba siendo absolutamente nada rentable.

Para equilibrar el balance, debía volver a quedar con la broker para devolverle su puta pashmina.

Acabé en quiebra, y todo por culpa de una broker choni con pashmina. (Porque sí, la culpa es 100% de la pashmina) (Mía no, es de la pashmina)

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